domingo, 26 de abril de 2015

EXCELENTE COSECHA LITERARIA


Esta semana, excelente cosecha literaria: recolecta de frutos literarios ha vivido el colegio Santiago Galas de Ruiloba




  • Proyecto "LAS BUENAS PRÁCTICAS LECTORAS", otorgado el segundo premio.




    • Ganadora en la XII edición del concurso CUENTOS BREVES,  Cristina Sánchez Cuevas, alumna de 5º. curso y una profesora, finalista.
     
                      

    LA VIEJA ESTACIÓN


    La antigua estación abandonada, antes, testigo de las idas y venidas de  anónimos viajeros, veía pasar la vida, con añoranza. Se sentía triste, echaba de menos los chirridos de las ruedas de los trenes, sus pitidos… El tiempo y la maleza la habían devorado sin piedad. Languidecía y nadie la auxiliaba.
    Tan solo había permanecido el reloj de pared señalando las cinco. Los únicos inquilinos del lugar, unos hambrientos ratones devoradores de basura y algún peregrino que pernoctaba. Pero…una mañana primaveral, los habitantes del tranquilo pueblo se despertaron con los sonidos de unos cascabeles y de unas bellas melodías medievales.
    Un carromato lleno de titiriteros se detuvo frente a la estación. Enseguida les fascinó el lugar. Rápidamente se pusieron manos a la obra: recogieron los escombros, arreglaron los desvencijados bancos y engalanaron  las paredes con alegres dibujos.
    Confeccionaron  un gran cartel: “ESPECTÁCULO GRATIS A LAS CINCO DE LA TARDE”.

    Los vecinos pasaron  del asombro a contagiarse de la algarabía de los acróbatas. Acudieron a la actuación, todos participaron con júbilo y desde entonces la fama del pueblo creció y cada semana acudían, de diferentes partes, para disfrutar del espectáculo de los saltimbanquis. La vieja estación volvió a la vida…

    Finalista

    El Ratón 


    En una casa, vivía una niña llamada Matilde con su abuela, y su mascota, un gato.
    Una tarde de invierno, el gato subió a la planta de arriba, y vio la puerta abierta del desván, entró y se encontró con un ratón, que no dejaba de corretear. Intentaba cogerlo, hasta que el ratón se metió debajo de un mueble viejo y con telarañas.
    Matilde oía ruidos por arriba y quiso ir a ver lo que sucedía, entró, y de repente sonó el teléfono, se llevó un susto de muerte.
    Se oyó la puerta, era la abuela en busca de Matilde. La niña le preguntó: ¿abuelita, que hace este ratón aquí?
    Mira Matilde, te voy a contar la historia de este ratón: Una tarde, mi padre vino de trabajar por la noche y se encontró con el animalito que se había colado por la puerta. No molestaba, ni merodeaba por la casa, solo observaba a su alrededor. Parecía una mascota. Y desde aquella noche vive en el desván.
    Pero…. ¿y por qué no le sueltas? Porque me recuerda la última vez que vi a mi padre
    ¿Y cuántos años tenías tú? Diez añitos, pequeña.

    Ganadora "Cristina Sánchez Cuevas"


    • Aprovechamos para recordar a otra joven promesa del arte de escribir, que obtuvo el primer premio de RELATO CORTO DE ELENA SORIANO, en el pasado curso,con el título "El perro cojo del Timonel", Ainara Zabala Martínez.





      
    El perro cojo del Timonel

         Timonel y Laro, su perro cojo, son una pareja peculiar pero, tras ellos se esconde una entrañable historia de amistad y agradecimiento.
    Timonel, es un joven socorrista de San Vicente de la Barquera, de pequeño lo que más le gustaba era salir del colegio, acercarse a la dársena del puerto y jugar en una barca que estaba allí varada. Embarcaba y soñaba que surcaba los siete mares.
    Un día, observó a un perrito blanco con pintas marrones y alguna negra que lo miraba atentamente. Al invitarlo a su barca, se dio cuenta de que era cojo y no podía subir. Lo tomó en brazos, lo depositó cerca del timón, jugó con él y le dijo:
    - No importa que estés cojo, yo guiaré el timón y tú, con el buen olfato que posees, me avisarás de los peligros del mar.
    Al instante, comenzó a ladrar y a mover la cola en señal de alegría.
    Cada tarde se reunían en el puerto; para los pescadores era habitual verlos allí, como dos marineros más y repetían una y otra vez:
    ¡Atención! ¡Va a zarpar Timonel y su tripulante!
    Timonel, era su apodo, decidió bautizar al perro con el nombre de Laro.
    Día tras día disfrutaban el uno del otro pero, al llegar el momento en el que Timonel debía regresar a su casa, se disgustaba por tener que dejar a Laro solo. Aún sabiendo que sus padres no querían un perro y menos cojo, se lo presentó y les mostró lo dócil que era. Al final, sus padres aceptaron pero, con la condición de que fuese él quién cuidase de Laro; también les prometió que sería él quién pagase todos los gastos de su pequeño amigo.
    Desde ese momento se convirtieron en una pareja pintoresca para la Villa de san Vicente de la Barquera. Pensaban que Laro solo serviría como animal de compañía, pero no era así.
    Timonel confiaba en que juntos llegarían a realizar grandes hazañas.
    Cuando Timonel estaba en el colegio, Laro se quedaba en su casa durmiendo y, al regresar, merendaban juntos; sabían que su barca no se marcharía, entonces caminaban tranquilamente por la playa.
    De pronto, un día, la tranquilidad se vio rota por los fuertes ladridos de Laro, Timonel miraba a un lado y a otro sin obtener respuesta, hasta que miró hacia el mar: ¡un bañista se ahogaba! Y pedía ayuda, desesperadamente.
    Timonel se tiró decidido al mar, con un único objetivo: salvar al bañista. Al sacarlo del agua, Laro le lamió la cara de lo contento que se puso.
    La noticia se propagó como los rayos de una tormenta por el pueblo. Todos le felicitaban, pero él respondía: ha sido un trabajo en equipo, sin el aviso de Laro no hubiera sido posible.
    ¡Qué orgulloso estaba de su perro!
    Los años transcurrían y Timonel se hacía mayor, sus estudios iban viento en popa, cambió su vieja barca por una tabla de surf, las olas que imaginaba por olas reales pero, lo que nunca se alteró fue la lealtad de su perro.
    El verano del 2011 superó las pruebas para obtener un puesto de vigilante de la playa y comenzó a trabajar. Como no podía ser de otra manera, Laro lo acompañaba cada día. Timonel vigilaba desde las alturas y su “ayudante”, a pie de playa, avisaba de cualquier riesgo, tanto en el mar, como en la arena.
    Al principio, los bañistas despreciaban a Laro, parecía un perro extraño, cojo y deambulaba por la orilla sin dueño. Una mañana, Laro comenzó a ladrar, todos quedaron boquiabiertos con aquellos ladrillos atronadores:¡ una persona se estaba ahogando! Timonel se zambulló al instante y lo salvó. Todos comprendieron: Laro era algo más que un perro cojo. Se ganó el respeto de aquella gente para siempre.
    Una tarde, terminada la jornada de trabajo, Timonel se disponía a bajar la torre, de pronto, resbaló y cayó al suelo quedando inconsciente en la arena.
    Laro comenzó a ladrar pidiendo ayuda; era inútil, no quedaba nadie en la playa, su amigo no respondía a sus juegos, no le hacía caso. Como un auténtico salvavidas, tiraba de Timonel pero no podía, pesaba demasiado, además, él era mayor y con su patita coja tampoco lograba hacer mucha fuerza. No estaba dispuesto a dejarlo allí solo; corrió hasta la caseta de los socorristas, arrastró una toalla, volvió junto a Timonel y lo tapó. Se acurrucó junto a él, intentaba protegerlo del frío.
    Al amanecer llegaron las cuadrillas de limpieza, Laro ya no ladraba, aullaba. Un trabajador dijo: ¡algo le ocurre al perro del Timonel ¡ Cuando llegaron junto a él, comprobaron que aún estaba vivo, llamaron a una ambulancia para trasladarlo al hospital.
    Al despertarse, Timonel estaba muy pálido y no recordaba nada. No entendía por qué estaba en el hospital, su cabeza giraba como una noria. El médico le explicó que tuvo un pequeño accidente y su perro lo cuidó hasta que lo encontraron.
    Después de varios días, regresó a su casa. El encuentro con Laro fue emocionante y pronto comenzaron con su vida habitual.
    Estaban más unidos que nunca, jugaban, paseaban pero…Laro comenzaba a cansarse demasiado, era mayor y no podía seguir el ritmo de antes. Su amigo comprendió que su mascota estaba muy cansada, por eso, cada minuto, lo disfrutaba como si fuera el último.
    Una mañana, Timonel llegó a la playa solo. Nadie podía imaginar al socorrista sin su perro, por eso le preguntaron por él. Él contestó: Laro ha emprendido un viaje por nuevos mares, se ha marchado con las olas a algún lugar más tranquilo. Me siento muy triste pero, a la vez, una persona muy afortunada; he tenido el mejor amigo del mundo. ¡Me ha enseñado tanto!: he aprendido lo que es la lealtad, el respeto a los demás, el trabajar en equipo y a respetar a todos aquellos que tiene algún defecto físico como él. Sobre todo me demostró, a mí y a todos, que era el mejor vigilante de la playa.
    Hoy, Timonel es veterinario y ayuda a todos los animales abandonados en honor a su perro. El verano lo pasa en san Vicente con su familia y trabajando de socorrista.
    Vive para contarnos la historia de un niño y un perro abandonado, unidos por el deseo de navegar, a quienes todos conocían como : Timonel y su perro cojo.


    ¡Hasta la próxima cosecha!


    jueves, 23 de abril de 2015

    PASEO POR EL ARTE CÁNTABRO




    • Nacida en Santander, hija de un pintor retratista.  
    •  Autodidacta, entendía el arte como una manifestación de  sentimientos.
    • Título del cuadro y su descripción.
    • Qué obra suya forma parte de una escultura ubicada junto al puerto, en el paseo marítimo.¿Qué significado tiene?
    • Otras obras suyas




    jueves, 16 de abril de 2015

    SENSIBILIDAD EN LA PINTURA CÁNTABRA


    Artista autodidacta cántabro.
    Desde temprana edad, buenas aptitudes para el dibujo.
    ¿Cómo se llama el puente que atraviesa la villa donde nació el pintor?



    Título del cuadro.
    Inventa otro título.
    ¿Qué te sugiere esta pintura?